La felicidad es contagiosa, asegura estudio
Resulta que la miseria puede no amar la compañía, pero la felicidad sí, según las investigaciones.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard y la Universidad de California en San Diego documenta cómo se propaga la felicidad a través de las redes sociales.
Encontraron que cuando una persona se vuelve feliz, un amigo que vive cerca tiene un 25 por ciento más de posibilidades de ser feliz. Un cónyuge experimenta un aumento del 8 por ciento en las probabilidades y para los vecinos de al lado, es del 34 por ciento.
“Las interacciones diarias que tenemos con otras personas son definitivamente contagiosas, en términos de felicidad”, dice Nicholas Christakis, profesor de la Facultad de medicina de Harvard y autor del estudio.
Tal vez lo más sorprendente, dice Christakis, es que el efecto se extiende más allá de las personas con las que entramos en contacto. Cuando una persona se vuelve feliz, el efecto de la red social puede extenderse hasta 3 grados – llegando a los amigos de los amigos.
Para estudiar la propagación de la emoción, los investigadores trazaron las conexiones sociales de unos 5,000 individuos inscritos en el Estudio del Corazón de Framingham en curso.
En tres ocasiones distintas entre 1984 y 2003, los participantes llenaron un cuestionario diseñado por el Centro de Estudios Epidemiológicos para evaluar la depresión y la salud emocional.
Para medir la felicidad, Christakis se basó en las respuestas de la gente a cuatro preguntas de la encuesta, incluyendo: “Cuántas veces durante la semana pasada dirías: ¿Disfruté de la vida? Me sentí esperanzado sobre el futuro?”
Cuando él y sus colegas planearon cómo los participantes felices e infelices estaban conectados en el espacio social, surgió un cuadro interesante.
“Encontramos que la gente en el centro de la red social tiende a ser más feliz”, dice el coautor James Fowler, profesor de ciencias políticas en la Universidad de California en San Diego.
Imagina una vista aérea de una fiesta: “Usted puede ver a algunas personas en rincones tranquilos hablando uno a uno,” dice Fowler. Otros estarían en el centro de la sala conversando con mucha gente. Según los hallazgos del estudio, los del centro estarían entre los más felices.
“Creemos que la razón es porque los que están en el centro son más susceptibles a las olas de felicidad que se extienden por toda la red”, explica Fowler.
Por supuesto, es cierto que las emociones pueden ser fugaces; la felicidad es difícil de alcanzar y a veces es situacional. Por estas razones, los estados emocionales son difíciles de medir, dice Robert Provine, profesor de psicología en la Universidad de Maryland, condado de Baltimore. “Hay muchos desafíos.”
Sin embargo, Provine, que ha estudiado el contagio de la risa, dice que este estudio es impresionante al mostrar que los estados de ánimo también pueden ser contagiosos.